Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

jueves, 30 de julio de 2015

La casa de la familia Chang en Xizhou


En un patio de un pueblo bien lejano
sin poder dar el nombre a tantas cosas
una tarde sencilla de verano
se sienta el caminante      al fin reposa

por las cartelas me entero que ya no
vive aquí la familia numerosa
del gran patriarca Chang       su casa tan ho
nesta     desierta queda y falsas rosas

y nenúfares     pintan el vacío
el tiempo fue     que la alegría arrasa
una risa infantil todo lo llena

el viajero no sabe lo que pasa
la tristeza que siente es infinita
¿y qué será esa música que suena?








Para conocer a la humanidad

Y la elegante dama .... desayuna pollo frito en Dicos
el que no ha visto una estación de China
el movimiento de la humanidad
el pulular de gentes     bultos     niños
la infinita función de las maletas

el ordenado caos de los sistemas
el papel implacable de los gritos
la letanía de los altavoces
el juego de las músicas de fondo

la espera soportada con comidas
volcados en pantallas de teléfonos
o en largos sueños en posturas raras...
no conoce en verdad nada de nada

Y la elegante dama del sombrero
desayuna su pollo frito en Dicos

Obsérvese la rica función de los cabellos negros, que se usan a modo de antifaz para poder dormir


miércoles, 29 de julio de 2015

De Kunming a Dali


Dali esta a unos cuatrocientos kilometros de Kunming. Elegí tren, casi siempre elijo tren; pero no me ocupé de los billetes, porque me los iba a sacar el propio hostal en donde estaba y advertí a la chica que los quería normales, no de lujo. Qué sorpresa tan grata ver que el tren salía de la estación central de Kunming a las 9,43 y que llegaba a la de Dali a las 13,51, cuatro horas, solo cuatro horas. Y allí que me fui al alba del día 26, porque me habían advertido que el transporte me llevaría más de una hora. 






No fue así, mi taxi (10 yuanes, un euro y medio) tardó veinte minutos; pero al llegar a la estación tuve nuevamente la sensación de que toda china, con todos los bultos y maletas posibles, iba a viajar en mi estación y en mi tren. Cómo será la masa de gente que se agolpa en la entrada y salas de espera de la estación (en Kunming había cuatro) que hay encargados de parar continuamente la corriente humana en cada puerta, control, acceso, etc. para dosificar el fluido de pasajeros. Media hora en total. La sala de espera, impresionante. Por cierto, allí, con buenas maneras, no se respeta a nadie: madres con los niños en los brazos, viejecitas con veinte bultos, damiselas de buen ver.... todos sin ceder un milímetro de espacio, y si se te ocurre ser gentil, el río te arroya y te deja fuera. No eres.




Como tenía una hora me fui a un Dicos, cadena muy conocida, donde sabía que me darían un café. La estación vende y suministra de todo. En Dicos, con mi café de medio litro, tomé asiento delante de la chica más guapa que vi, que se fue enseguida, pues la gente pasa, desayuna deprisa y corre a tomar su tren. De verdad que no le asusté. En frente de mí se sentó una dama elegante con pamela y tacones, a las que escribí el soneto que es de rigor. Cuando se acercaba la hora, volví a la sala de espera (e hice la foto): la cola para entrar al tren era interminable. El funcionamiento de los trenes es muy riguroso: nadie entra hasta que no se da acceso al andén, hay que dejar que desciendan los demás. Las autoridades chinas evitan, con buen sentido, el choque de masas; y lo suelen hacer bastante bien, habida cuenta de lo que hay que organizar.

Enseguida me di cuenta de que la batalla no había hecho más que comenzar, porque si no, ¿por qué se precipitaba la gente? En ese momento vi con estupor que mi billete no tenía ni vagón ni asiento, y me temí lo peor: era un billete sin asiento asignado y podría pasarme todo el viaje de pie. Fui preguntando a los revisores, que me iban señalando que atrás, atrás. Cuando llegué atrás y el revisor de la puerta me dijo que podía entrar en el wagón es cuando por fin me di cuenta de que era un billete sin asiento; además en aquel vagón mío ya había mucha gente de pie y otra tanta sentada en rincones y maletas; puse la mía en el maletero de arriba (es muy pequeña) y conseguí sentarme en un mal asiento libre. ¡Menos mal! Pero al rato observé que casi todos menos yo tenían el asiento asignado en su billete y el que no lo tenía, por ejemplo una chica de mediana edad embarazada, iba de pie en el pasillo. Pregunté a la chica que se sentaba enfrente de mí, leyó mi billete y me dijo que yo tenía el vagón 13, asiento 55.... ¡no era la hora! 


¿Y cuanto tiempo tardará en llegar a Dali?  Unas siete horas, me dijeron. En aquellos momentos llegaba sudando cargado de maletas un joven, me miraba y yo entendí de su mirada que estaba ocupando su asiento. En fin, todo se arregló y me dispuse a pasar mis siete horas en mi estrecho asiento de pasillo, rodeado de gente que iba de pie o se había sentado aprovechando un huequecillo del suelo, o mejor aun, sobre la maleta. 


Cuando alguien se levantaba para ir al servicio, estirar la piernas o charlar en otro lugar, los sufridos viajeros de a pie aprovechaban para sentarse un ratito y, si se podía, echar una cabezadita. En algún momento de mis paseos por el tren me asomé al vagón anterior, era de literas combinadas con asientos duros, arriba las literas y abajo los ocho asientos (cuatro en cada lado).
Siete horas después el vagón era una fiesta familiar con la mitad de la gente dormida en las más extrañas posturas y lugares, mientras la otra mitad jugaba a las cartas o volvía a investigar sabe dios que en el teléfono, artilugio que ha debido salvar a los chinos de la soledad y el tedio. Por mi parte, hice un montón de amigos e intercambié mi wechat con ellos. Con algunos quedé para Dali y al más simpático de todos le nombré mi "laoshi" (profesor).
Las fotos son de ventanilla de tren.




lunes, 27 de julio de 2015

La comprensión de todas las cosas


El titulo de esta entradilla alude al templo de Yuantong o de la comprensión de todas las cosas que se encuentra en el Parque Esmeralda de Kunming, ya ven cómo se va saltando de nombre en nombre, quizá de la misma manera que uno pasea por allí entre campos de lotos, de bambús y riachuelos y estanques que el buen gusto de los chinos distribuyó nada menos que desde los años de la dinastía Tang (618-907), cuando todavía no se había formado España, y se remodeló durante la dinastía Yuang (1276-1368). Quizá sea la belleza un modo de comprender todas las cosas, o al menos de quedarse lelo ante ellas, sobre todo si esa belleza es natural, o es humana, o se produce de la conjunción o acción de ambas cosas como aquí.


El parque prefiere plantaciones extendidas de plantas comunes, por ejemplo son abundantes las salvias de floración roja, que se encuentran en todo el mundo: pero si viveza de color hace juego con las extensiones de lotos, muy importantes en este parque, con floraciones sueltas, blancas o rosas. 

Más original para un europeo son las pequeñas formaciones de bambús, que en algunos casos han conseguido formar pequeñas avenidas, sombreadas, porque aunque no son muy altos, son formaciones densas. Hay un par de fotos que lo muestran.

El parque tiene glorietas, puentes, padogas de todo tipo (en varias de ellas se tocaba música) paseos, roquedales: lo más contrario a un jardín chino podría ser el jardín inglés abierto; se acerca más al elaborado jardín francés, pero añade claramente espacios en los que interviene el hombre (puentes, caminos, fuerza espacios....) y sobre todo por su marcada preferencia por los roquedales, que son, a todas luces, artificiales. 

Paseo de bambús

El viajero va dejando su nostalgia de jardinero en cada espacio. He abandonado momentáneamente mi jardín gallego, que necesitará trabajos extras, sin duda. Tiene la tentación de llevarse semillas y esquejes, pero es solo eso, se impone el buen sentido de no llenar la mochila de objetos que sin duda van a estropearse.
De todos modos, dejo un buen rastro de fotos ahora.





jueves, 23 de julio de 2015

La montaña de la belleza dormida (Kunming)


El viajero ha de acostumbrarse a la exageración: el tren tarda 18 horas,  el autobús "urbano" recorre 20 kms., los días de fiesta pueden aparecer 50.000 personas en el parque.... Todo va por guarismos exagerados, de manera que no me extrañó que la exageración se hiciera también con el tiempo, para hablar de siglos y de milenios que nosotros no soportamos en nuestra pequeña historia. 
Recorrió en efecto el 73, el autobús urbano, sus más de 20 kms. para llevarme desde el centro de Kunming –por 1 kuai, 0,15 cms. de euro– a las orillas del lago Dai, donde me dieron la bienvenida varios eucaliptos milenarios, dos de los cuales tienen su leyenda, con poesía incluida, que si puedo añadiré aquí. Los eucaliptos jalonan la rivera de esta parte del lago, en la que también hay hermosos plátanos (el "árbol francés", le llamaban, porque lo trajeron los galos), y lius, muchas veces las raíces hundidas en el agua, además de otros árboles semitropicales. Nada exóticas las plantas, las más familiares que uno pueda pensar, por un sentido práctico de los chinos. 

Es una pena, porque el agua de tan hermoso lago parece muy contaminada; de cerca no se puede ver.  Es de enorme extensión, el viajero solo va a visitar la parte que lleva a la montaña del Oeste, en donde están los templos taoístas y budistas; he intentado ir hacia el este, pero la orilla del lago está en construcción y, después de varios kilometros, hube de volver. En la zona que yo visito se encuentra un hermoso museo, que llaman de las Nacionalidades, y que es un hermoso museo de antropología.... lamentablemente vacío. Lo contaré, si puedo, porque en esta primera parte del viaje por Yunnan no estoy encontrando facilidad para este tipo de comunicaciones, de hecho ha pasado casi una semana sin que pueda asomarme a esta pantalla (utilizo una vpn para hurtarme a la censura china, que normalmente no me deja abrir el blog ni usar el correo de gmail).

El paseo al pie de las montañas del Oeste es delicioso, bordeando el lago, y dio su poema, que publiqué en Facebook y puede ir como final de esta entradilla. 
Lo que iba buscando era acceder al Templo de los tres puros  (¡vaya nombrecito!), que ha de estar en la Montaña de la belleza dormida, que trepa por uno de los costados del monte y va dejando caminos imposibles, templetes, oratorios, etc. Habría monjes anteaño, ahora solo quedamos los turistas, para admirar valles, paisajes y escaleras que trepan hasta los 400 escalones, después de haber ascendido en un funicular hasta una primera base. Las cabinas del funicular son de seis y, como estamos en china, los cinco que fuimos nos hicimos amigos para toda la vida. Los dos caballeros me ayudaron muchísimo y uno de ellos me hacía fotos sin parar, como si yo fuera uno de "los tres puros"; las dos damas, turistas de Sanghai, muy amables también, pero a quienes se les notaba el sabor de la ciudad, me invitaron a ir con ellas el día siguientes –habían alquilado un coche– a las pintorescas terrazas del norte, que ahora, claro, no tienen color. Unos y otros intercambiamos el wechat.



Los templetes son pequeños, coloridos, muy típicos (tejados, porches, decoración....), normalmente aprovechando esbozos de cuevas y semejantes. Sería absurdo que intentara explicar su historia y valor, que uno de mis acompañantes me explicó, mitad en inglés y mitad en mandarino; a mí me ha resultado claro que los más del pueblo chino tienen creencias muy materiales, lo que les da una cierta naturalidad de vida y les aboca a un mercantilismo feroz. Y bien sabe dios –con minúscula– que es compatible la falta de sentimientos religiosos con el acendramiento de la condición humana.


La subida fue para mí, como otras veces, un festival de escenas y tipos. No vi a ningún occidental (alguno habría perdido), de manera que todo aquello era genuino, desde las familias que subían enteras hasta el "tea times" de la que reproduzco en la foto, haciendo estación en uno de los templos taoístas. Porque esta esa también zona de te, de hecho se vende y toma una de las variedades más conocidas, la del "te prensado", que se compra en una especia de sacos redondos.

Fueron muchos kilómetros, quizá unos 20, de subidas, descansos, admiraciones y sorpresas. Unas seis o siete horas, suficiente para poder apreciar rasgos mayores que, normalmente, pasan desapercibidos. Por ejemplo, en la anterior entrada, fuera se quedaron las ilustraciones de los "dormidos", que engavillaré en otra nueva.

Porque ahora tengo que dar noticia sucinta y cortar esta, que ya se ha hecho demasiado extensa.
El viajero, que ha hecho un extraño trayecto en avión (Madrid, París, Sanghai, Kunming....) tiene pensado desplazarse dentro de unos días a otra ciudad, Dali, desde la que recorrerá parte de la zona; para hacer lo mismo, diez días más tarde, desde otra ciudad Lijiang, que se ha consagrado como "patrimonio cultural de la humanidad" (¿quién hará estas cosas?) y me dicen que está atiborrada de turistas.... chinos.






La tarde azulaba cuando volvíamos, yo en mi 73 también; pero no quiero terminar sin dejar el matiz histórico o literario, si se prefiere, al copiar este poema, en uno de los templos, que pediré que me traduzca alguno de mis buenos discípulos chinos, cuando puedan.