Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

domingo, 30 de noviembre de 2014

En tren


Barro y terrones en los surcos húmedos
cuando cruzo los llanos de Segovia:
una estación que Guiomar se llama;
para en Medina y al arrancar maniobra;

los silos de Castilla van pasando,
muy pronto llegaremos a Zamora;
viene una luz intensa, limpia, pura
del cielo azul, del horizonte rosa;

por la ventana solo se distinguen
bosquecillos de álamos sin hojas;
el viajero ha dejado de mirar,
el horizonte de color reposa....

Nos vamos hacia el túnel de la noche
dentro de poco todo serán sombras.



[Todas las fotos, desde el tren, como bien se ve].

sábado, 29 de noviembre de 2014

Hacia "la plaza más hermosa del mundo"

He leído el título de esta entrada en varios lugares de la información turística sobre Santiago de Compostela. Claro está que es encarecimiento porque no existe esa medida, pero sí maravillosas plazas en todo el mundo; a esa serie pertenece la del Obradoiro en Santiago, cerrada entre varios monumentos históricos de carácter. De manera que, como en esta entrada, que sea llegar, mirar y admirar, sin demasiadas explicaciones, que el viajero encuentra en Santiago por todas partes. Son las fotos, que van con su advertencia, una al parecer para un hecho inevitable: la fachada de la catedral se está cuidando y aderezando, cubierta por lonas y pinturas; la otra, un error municipal, que a mí me parece prescindible: en aquella plaza de piedra y tiempo, limpia de cualquier otra posibilidad que no sea ver el rectorado, la catedral, el hostal de ls Reyes Católicos, etc. luce, visible, poderoso, monumental, único.... un furgón de la policia, que allí hizo su aparcamiento y se mantuvo toda la mañana para desesperación de fotógrafos y de amantes de lo genuino. He conseguido que no salga en los escorzos de las fotos.








La plaza va pues sin catedral, una de sus fachadas; para compensar tanta piedra tallada por la lluvia y el tiempo, cierro la entrada con el frescor amarillos de los liquidámbares que rodean el campus universitario del norte.




martes, 25 de noviembre de 2014

sostener el aire

qué podrá sostener el aire     en vilo     
cuando tanto el murmullo de la tierra
dónde dejan las hojas      el otoño
si ya no hay nadie     al lado      que las piensa

qué veces hace falta         para el tiempo
por qué los ojos  sin cesar      no encuentran
este modo de ser     es el que quise
poblado de  silencios sin respuesta

al costado      el vacío        que deslumbra
detrás de nada     cada vez      espera
palabras hay aun que se resisten
mientras cruza   incesante     lo que cesa

en la sombra     vivir     las alas    tiende
pero solo mi voz   es la que suena



lunes, 24 de noviembre de 2014

de la ignorancia de la propia belleza

gente hay que no conoce su belleza
y que va por ahí como si nada
que al cruzarse te dejan tanta ausencia
que parece que duele si se marchan

gentes que ignoran que su gesto
de repente si roza     te traspasa
y allí queda     y tiembla     y se mantiene
la huella de su paso es lo que daña

y siempre cuando ocurre nos confunde
y maldecimos ser como nos mandan
que no nos dejen ser intensamente
precisamente entonces   cuando acaba

los versos son lugares del recuerdo
que lo intentan   al menos   con palabras



(Homenaje a Clara, a quien saludé 
con una beso rápido mientras se iba)

domingo, 23 de noviembre de 2014

Otoño en Madrid

Paseo de la Castellana, en Madrid
Madrid. Ya están dejando las acacias
las huellas otoñales de sus hojas,
bulevares vestidos de amarillo
en esta ciudad vieja y bulliciosa,

donde todo se mueve con desorden
y cada calle esconde la memoria
de un tiempo que fue el mío    tanto tiempo
que ni está    ni será    ni ya se añora

porque solo lo que es     marca la vida
tan solo lo que dice     aquí y ahora
el “entonces”    no sabe si ha existido
foto es en blanco y negro     de la historia

el ruido de las hojas   que se pisan
es el reloj del tiempo    que da la hora.


viernes, 21 de noviembre de 2014

Por lo menos tendrá de bueno el ser otro

El título de esta entrada podría ser un comentario escuchado en cualquier corrillo actual de la espaciosa España; pero no, no lo es, se trata sencillamente de una de las muchas digresiones lapidarias de Quevedo en la segunda parte de Política de Dios, impresa por primera vez en 1656, redactada en fecha indeterminada de la madurez del escritor, quizá entre 1630 y 1639. 
No me voy a hacer ilusiones sobre la lectura de ese tipo de textos de Quevedo, de quien, sin embargo, casi a diario se airean otros muchos que nunca escribió. La obra en su formato, detalle y estilo queda lejos de lo que busca un lector actual, encabalgado sobre imágenes y juicios rápidos. Quevedo, además, hombre de su tiempo, espiga su prosa con multitud de citas, normalmente latinas, que le sirven de escudo y de apoyo argumental. Y bien que hizo, pues aun así no se libró de que en 1639, una noche de diciembre, le detuvieran y le encerraran –tras siete días de viaje– en el convento de San Marcos de León, aunque no donde dicen y repiten los eruditos locales, empeñados en manejar –desde que lo hizo el padre Fita– manuscritos falsos. En este mismo blog he dado noticia documental desconocida sobre su prisión.
Mucha culpa de su prisión, casi toda, tuvieron ideas como las que allí se leen. Nadie va a leer Política de Dios para reflexionar sobre Podemos, a pesar de un paralelismo transparente. Yo lo haré la semana que viene en un seminario de historiadores de la Universidad de Santiago de Compostela, que me ha llevado a repasar varios textos de Quevedo, entre los cuales ese deslumbrante alegato contra reyes, poderosos, ministros, etc. que es la obra citada, cuyo primer capítulo –con el libro de Saul al lado– resulta de una modernidad asombrosa. Y de ese tenor el resto del libro. 
La prosa retórica y espléndida de un Quevedo vehemente se tuvo que apoyar en figuraciones –Roma, Cartago, las historias bíblicas...– que le dejaran hablar de sus circunstancias sin tapujos. En estas páginas finales, la figuración es transparente, y los derivados teóricos, normalmente en formulaciones sentenciosas y conclusivas, alcanzan un nivel de generalización que servía para la época final del periodo de Olivares... y para nuestra propia decadencia. Sin embargo, queda como resto histórico y biográfico el sedimento bélico y el refugio religioso, que necesitan de otra explicación, que no es de este lugar. 

II

El asombroso capítulo I de esta segunda parte se abre demoledoramente (Samuel) para señalar que el origen de la realeza “ni fue noble ni legítima”, y que los reyes son de un “ruin linaje” que dios permitió como castigo a los hombres. Pocos son y menos valen las coronas, los cetros y los imperios para calificar este oficio tan ruin linaje como el que tuvo; una calamidad que devasta tierras, gentes y costumbres. Muy enfermizo es para la fragilidad humana el sumo poder.... Ninguno es rey más allá de donde lo merece ser; ....los criados con los más principes y monarcas se acomodan, y parece andan remudando dueños por todas las edades; ... los que os asisten os buscarán el divertimiento y no la medicina... A veces las imágenes resultan muy lograda: “un azote coronado”. Muchos entienden que reinan porque se ven con cetro, corona y púrpura... les deja dios el nombre y las ceremonias para que conozcan las gentes que pidieron estas insignias para adorno de su calamidad y de su ruina. Etc. 
El capítulo termina: ....porque como a nuestro ruego vino la calamidad por su enojo,a nuestra petición vuelva el consuelo por su clemencia.

El libro continúa, denso, elaborado, amargo, vehemente... Una lectura demasiado viva todavía, para el que haga el esfuerzo de contemplarnos en nuestra historia.