Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

viernes, 30 de noviembre de 2012

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Ocupas (en Madrid)


No  puedo ser tan pretencioso como para explicar en una entrada sencilla del blog lo que sustancialmente son los ocupas; aunque he seguido más o menos el itinerario final, del Patio Maravillas a la calle del Pez, pasando por Casablanca en la calle de Santa Isabel, que tuvo varias entradas en este blog. En cada caso se reproducen modo, sistema, estilo.... aunque nada tan soberbio como los patios del Maravillas –como un viejo teatro de comedias– y aquella cafetería con sillones en donde dormían algunos emigrantes y cuyo grato ambiente no creo que logre nunca el Palace. En Casablanca era el bar y alguno de los patios lo que funcionaba estupendamente, para tomarse algo antes de ir a la filmoteca. En realidad todo o casi todo lo que yo vi funcionaba bien, lo que no deja de dar que pensar en un país en donde la "gestión" administrativa envenena cada quicio de nuestro sistema. 


Me doy cuenta, sin embargo, que buscar esos aspectos desvirtúa algo el juicio, como si uno aplaudiera lo que realmente no es y no se pretende: la comodidad de un bar burguesito,  la vida social en modalidad peculiar, un refinamiento buscado en las carencias. Por ejemplo.

Lo que más me satisfacía al volver a este lugar era distinto: la gente que se reunía para hacer cosas en las que creía, que gastaba su tiempo en los demás, que anulaba de raíz todo lo que pudiera haber de malsano fuera de aquel lugar –mercado, dinero, gestión interesada, humillación, prestigio, engaño.... 
Impresionantes los carteles que anunciaban e identificaban el lugar como distinto, y que hubiera debido reproducir en su totalidad (lo he hecho con tres o cuatro, algunos muy conocidos); simpática y efectiva la tienda de ropa gratis; sencillamente admirable el grupo de músicos jóvenes –o menos jóvenes, no creo que fuera condición– para ensayar música (¡también clásica!). 
No iba solo, sino acompañado de dos personas cuya identidad se descubría por su imagen física: nadie dijo nada, no observé ningún movimiento extraño, la sensación de respeto era absoluta, como lo fue la nuestra al ver a varios emigrantes con su padecimiento de papeles y su itinerario asegurado de humillaciones, que probablemente se aliviaban al entrar en aquel espacio, la "Oficina de derechos so ciales".


La noche era fría, y de martes, por lo que las calles estaban semivacías. Al callejear y salir a la plaza de San Ildefonso recordé que todos mis hermanos habían sido bautizados en aquella parroquia, y las casas familiares en la calle del Escorial (abuelos), Minas (padres).... El trazado es el mismo, pero el barrio se renueva constantemente. Invité a mis acompañantes a tortilla de patata en La Ardosa, la vieja taberna de al lado, en la Calle Colón. El barrio de Malasaña se renueva constantemente y de manera muy curiosa; habrá que hablar de él en otro momento despacio. No todas las renovaciones –ya se sabe– son mejoras. Los ocupas nos muestran de modo cordial y evidente cuántas cosas esta sociedad ha envenenado, deformado y corrompido.

Para el que guste de símbolos, permanece el muñequito que come chocolate en la tienda de ropa infantil, casi un icono del comercio de aquel barrio, en donde tienen placa José Martí, Ramón Gómez de la Serna, Rosalía de Castro, Gertrudis Gómez de Avellaneda, duques y marqueses sin cuento –es zona de palacios noeclásicos y románticos–; y que se puede recorrer leyendo a Torrente Ballester o a Max Aub; pero le falta placa a la Academia de la calle Desengaño, en donde enseñó García Calvo cuando le expulsaron de la Universidad, y faltan quizá algunas más antiguas, de las que ya daré razón.
Terminaremos con un patio de uno de los muchos palacios convertido en viviendas: están escondidos, hay que pedir permiso y entrar a verlos.





sábado, 24 de noviembre de 2012

Una asomada al Prado (Martín Rico), mis amores con Isabel de Portugal



Para ver los árboles de Martín Rico ha sido fundamentalmente mi asomada al Prado y para decirle a Isabel de Portugal (+1539) que la sigo amando como la primera vez que la vi. Estaban muy cerca los paisajes del pintor español y la estatua de bronce de la emperatriz, que no me produce una emoción tan intensa como cuando la pintó Tiziano, con los ojos ya en la eternidad. http://hanganadolosmalos.blogspot.com.es/2011/03/el-prado-los-jeronimos-tiziano.htmlPompeo Leoni la terminó, además, demasiado tarde: no pudo verla, sin duda que cuidó de su efigie a partir de los muchos testimonios que dejó de su figura: en la propia sala alta del claustro de los Jerónimos hay un bajo relieve de ambos, el emperador y la emperatriz, también de los Leone.

De los cuadros de Martín Rico me interesaban los árboles, pues ya me había percatado que pintaba unas veces pinos atormentados y rojizos –por ejemplo en paisajes segovianos–, de copa muy alta; y otras empleaba espigados álamos blancos para contrastar con el resto del cuadro y dotarlo de altura, en tanto que las muchas escenas de paisajes fluviales, en Francia las más (Poissy, Cloyes sur Le Loir, Chartes….) presentaban una vegetación impresionista, muy difícil de averiguar de qué tipo exactamente. Si Martín Rico hubiera sido francés, sus cuadros habrían cobrado la fama de alguno de los primeros impresionistas del país vecino: le ha llegado tarde este reconocimiento que le hermana con Sorolla, S. Avendaño, Fortuny.... Ahí está. Contemporáneo de Galdós y otros escritores realistas y naturalistas, en sus cuadros hizo lo que Galdós en sus novelas.



Lo de los árboles indeterminados –la impresión de  la espesura y de la vegetación– no ocurre siempre en los paisajes granadinos (el Patio de Lindajara, la Torre de las Damas en la Alhambra [1871]) o sevillanos, en donde los álamos juegan al contraste con las flores japonesas o con hileras de olivos (en el caso de Sevilla muy claramente) y, sobre todo, con los farolillos frutales de los naranjos, que hacen bailar la escena. En alguna ocasión cumplen con esa elevación del paisaje los cipreses, menos desnaturalizados por el pintor.
Una delicia la pequeña exposición del paisajista español, cuya vista de París vista desde el Trocadero (1883) me va a ser durante unas semanas –tengo que viajar a París, la ciudad me llama– de salvapantallas, por más que haya hecho trampa con los puentes.









jueves, 22 de noviembre de 2012

La Biblioteca de la RAE. Papeles de Osuna y epistolarios

La glicinia otoñal del Botánico (Madrid), frente al Museo del Prado
Aunque haya descendido a los infiernos –cosa que se sabe por el olor– desde un salón noble y coqueto que ocupaba antes en piso superior, la biblioteca de la RAE ha ganado últimamente en varios aspectos, sea el primero el de mantener y aun aumentar la simpatía y buen hacer de los bibliotecarios, que facilitan la tarea y ayudan al investigador, y la catalogación cada vez mejor de sus fondos, que he estado consultando otra vez últimamente.

biblioteca de la RAE
La última visita ha coincido mas o menos con la presentación en el Instituto Italiano de Cultura de Madrid,  de un volumen colectivo –del que ya di cuenta en el blog– sobre el III Duque de Osuna, el mecenas de Quevedo. Lo presentó Encarnación Sánchez, la profesora de la Universidad de Nápoles que lo ha editado, acompañada de L. Linde, actual director del Banco de España y autor de una conocida monografía sobre Osuna,  y Fernando Bouza, catedrático de Historia de la Complutense. Todos convinieron en que durante los últimos años las noticias documentales sobre el III Duque de Osuna han aumentado, y que habría que volver a trabajar sobre esa figura tan peculiar de nuestra historia. Lo enlazo, por un lado, con este blog, y por otro con la biblioteca de la RAE, pues conozco dos colecciones documentales bastante ricas, que yo creo que no se han utilizado al recuperar  la figura de Osuna y la de su virreinato en Nápoles.
De una de ellas, la que concierne a sus andanzas juveniles, destierros, calaveradas, etc., hasta su marcha a Flandes he dado a conocer en este mismo blog (sale en el índice) el papeleo de despachos y disposiciones oficiales, con intervención directa del Monarca, de Felipe II todavía, para controlar la conducta del impetuoso y escandaloso primogénito del II Duque de Osuna, y de su conducta cuando accede a la titularidad del ducado por muerte de su padre.

La otra rica colección –también de papeles originales– se encuentra en la RAE, procede del legado Rodríguez Moñino y es tal su riqueza, que se necesitaría libro nuevo para recogerla; en este caso se trata de los acontecimientos que se suceden a su vuelta a Madrid desde el Virreinato de Nápoles, con alusión a mucho de lo que entonces sucede (hacia 1620, pero los papeles guardan referencias más tempranas), y que se prolonga con su prisión hasta poco antes de su muerte (he visto papeles hasta 1623). Haré una entradita aparte con lo que a mi parecer es más goloso de ese conjunto.
En la colección documental citada asoma con frecuencia, como es natural Quevedo y no de cualquier manera, pues se conservan hasta algunos autógrafos del escritor. La colección documental de Quevedo está siendo estudiada por Mercedes Sánchez, por eso no doy mayor referencia.

Los Jerónimos
Los papeles de Rodríguez Moñino, hasta hace poco sin catalogar, amontonados, pueden consultarse ya, con las modalidades corrientes de cualquier fondo de este tipo: está llenos de noticias, contenidos, etc., con rincones a veces insospechados. He podido leer –con los permisos necesarios– varios epistolarios, por ejemplo, con noticias que, al menos a mí, me han ayudado enormemente, por ejemplo, en el conocimiento de qué pasó con muchas obras de Quevedo. 
El caso de los epistolarios es particularmente atractivo; alguien se debería ocupar de leerlos y extraer de ellos lo más interesante y en algunos casos de editarlos, si es que los herederos de los corresponsales lo permiten. Me gustaría señalar que a la cabeza de estos epistolarios se encuentran las 336 cartas de Eugenio Asensio y las 256 de Camilo José Cela, que están pidiendo monografía; pero existe una correspondencia que serviría sin duda para levantar el mapa del hispanismo durante la segunda mitad del siglo XIX y que enumero someramente por cantidades:

158 de Daniel Devoto
134 de José Manuel Blecua
91 de Elias L. Rivers
escalera y entrada del Instituto Italiano de Cultura
79 de E. M. Wilson
53 de Peeters- Fontainas
50 de Marcel Bataillon
45 de R. M. Pidal
34 de Gregorio Marañón
32 de Dámaso Alonso
32 de Pedro Sáinz Rodríguez
31 de Carlos Clavería
30 de Margarita Morreale
19 a Juan Marichal
19 de Agustín Milares Carlo
18 a Noel Salomon
17 de Agustin González de Amezúa
..........
Obviamente, la RAE sigue manteniendo la notable riqueza de sus fondos tradicionales, además del enriquecimiento adquirido con el legado de ARM y de Dámaso Alonso, los más recientes y atractivos, este último con muchas primeras ediciones de autores del siglo que se fue. He visto que también ha recibido otros muchos pequeños legados menores.
Seguiremos. A la salida de la RAE, la imagen restaurada de los Jerónimos y el Botánico nuevamente,  con él abrimos la noticia, que cerraremos con el Retiro, en el camino de vuelta.




martes, 20 de noviembre de 2012

Ronsard en el palacio Sabatini


La fotografía, tomada al atardecer de un mes otoñal desde los ascensores que suben paralelos a la fachada del Museo de Arte Reina Sofía (Madrid), muestra el esplendor del Palacio Sabatini, con el arranque de la calle San Isabel, en una plaza sin nombre, destartalada, a la que no llega la gracia, siempre llena de turistas. Sin embargo, el palacio, como bien se ve, con sus tres plantas de ventanales, es su mejor lienzo; aun más si se pasea interiormente, como muestra otra de las fotos, o si se alcanza a ver la exposición o museo de instrumentos. Ideado por Sabatini en 1769, estaba unido por pasadizos elevados al Hospital General, del que era parte, así como de la vieja facultad de Medicina. Su remodelación actual, por Cesáreo Iradier, es de 1904. La fealdad del espacio en esa zona se compensa con el bullicio de barrio que a veces le alcanza, de estudiantes de música, de las primeras barriadas de emigrantes en las caídas de las calles hacia Lavapiés.


El investigador anduvo por allí, husmeando en los fondos de esa biblioteca, porque a ella fueron a parar los del monasterio de Uclés, después de la desamortización; y en Uclés sufrió Quevedo destierro y prisión. Lo más importante de esa documentación es de carácter musical: el interesado puede ver el catálogo reciente.


El escaso –escasísimo– personal de la biblioteca me atendió maravillosamente, sin embargo, y hasta vi un viejo catálogo de manuscritos, con autógrafos musicales de Iriarte, por ejemplo (un canon a tres voces), un ejemplar de Cerone y otro de Juan del Encina, entre otras cosas; aunque la perla estuvo en la consulta de los viejos libros musicales del s. XVI, la mayoría franceses, y en descubrir que por allí andaba un viejo amor fallido, de ojos claros, cosa que no debería aparecer en esta referencia de una nueva biblioteca; pero hay tantas cosas que no deberían aparecer: la nueva guerra en Palestina, la burbuja inmobiliaria, la corrupción en la universidad.... Hojeaba un precioso impreso de 1571, que capta mi mac, con letras de poetas franceses del siglo XVI. Y así sorprendido, no sé si por el manuscrito o por los ojos claros, me pillé canturreando y transcribiendo un soneto amoroso de Ronsard, que fui transcribiendo del manuscrito, a la espera de que volvieran a sobrevolar –sin mirarme– aquellos ojos, cosa que no ocurrió:  

sy je trepasse entre tes bras
je suis plus aise que les dieux 
le ciel le veut, dame,
de plus en plus mon pauvre coeur
un jour passé a l'ombre
amour me tue
laissons mon coeur laissons....

[El arranque es el del soneto XVI, de los añadidos en 1553 a Les Amours, pero más parece materia ronsariana que texto fiel; ¿lo habrán identificado los estudiosos del país vecino?, probablemente].



Si tuviera más personal, la biblioteca podría cuidar y catalogar mejor sus fondos, y todo el mundo cantaría versos de Ronsard por la calle. 
¡Cuántas posibilidades perdidas por haber ocupado nuestras vidas con la burbuja de las inmobiliarias y el desaguisado de los bancos, en vez de la burbuja de las canciones y el alivio de los versos!

domingo, 18 de noviembre de 2012

Paseo por el Botánico (Madrid)

El otoño en Madrid no es muy largo; hay que aprovechar la sucesión –no siempre se da– de lluvias abundantes seguidas de algún día soleado, y entonces el otoño aparece, por unos días, con todo su esplendor. Es lo que ha ocurrido este año en Madrid. Y por esa razón me he apresurado a ir al Botánico, atravesando el Retiro, que también había aprovechado, como yo, para salir fuera a su breve paseo anual.


Preveía que el sol podría desaparecer pronto, así que fui temprano. A media mañana se ha nublado y ha cambiado color y paisaje: el dorado menos intenso y luminoso, las plantas con su letargo invernal, y los árboles divididos entre los que pintaban los ocres (castaños, olmos, arces,  plátanos, gincos, callicarpas, higueras, zelkovas, acacias, abedules, tilos, moreras....); los que todavía dudan (hayas, almeces, naranjos de los osages, quercus silliquastrum....); y los que permanecen verdes (aladiernos, fotinias, madroños, laureles, acebos, pitosporos, lilos, pecconias....), y como siempre el escaparate de los arces, que expondré otro día, y alguna flor que no se ha enterado de que se nos va el año.





Un paseo de acacias amarillas


Calle Ibiza (Madrid)

Otoño sabe de memoria el gesto
cansado y gris de la melancolía,
atesora los tiempos que pasaron
desmaya las hojas y los días;

en los párpados que cerró el verano
la humedad de la tierra escondía,
como guardan su secreto a lo lejos
los árboles que forman avenidas.

En este cruce de estaciones vuelve,
el viento vuelve y con la lluvia limpia
paisajes que viajaron al recuerdo
y trenzaron silencios de la vida.

Otoño sabe que de todo queda
un paseo de acacias amarillas.

Paseo John Lennon (Madrid)


sábado, 17 de noviembre de 2012

Tortilla de aceitunas negras y perejil

Me dicen unos colegas franceses que echan de menos algunas de mis recetas, ellos que son buenos cocineros, qué halago; y les digo que si quieren, como es la epoca, aderezamos algún tipo de seta; me dicen, obviamente, que en eso ellos saben y conocen mucha variedad, de manera que lo cambian por una buena tortilla, de lo que ya ha sido cuestión aquí, o sea que les propongo una de las más sencillas, con variantes, y quizá de las menos degustadas: con aceitunas y perejil. 

La cocina de la aceituna estuvo muy extendida, creo que sigue siendo regional, en todo caso se está perdiendo. En el Guzmán de Alfarache, por ejemplo, se citan "aceitunas fritas". En los textos literarios de los siglos XVI-XVII, sin embargo, lo más frecuente es que aparezca al final de las comidas, como postre.

La tortilla de aceitunas y perejil se puede hacer como cualquier otra, con patata, con cebolla, con las dos cosas, etc. Luego, en cada paso, permite pequeñas opciones que logran diferentes formas y sabores. La que se presenta es de cebolla, frita despacio en aceite de oliva; la patata se añade cuando faltan tres o cuatro minutos para que la cebolla esté dorada, y las aceitunas y el perejil picado, solo en el momento de cuajar la tortilla, si se cuaja dos veces, en el segundo cuajado.

Como todos los que gustan de tortillas saben, en cada momento de el proceso se pude decidir un camino, hacer tortillas es absolutamente lo contrario de un matrimonio:  


 * Con cebolla o sin cebolla (solo de patata).
* Corte de la patata (laminada, taquitos, rota...) 
* Romper o no romper la patata cuando se está friendo.
* Dejar el cuajado poco hecho o dorado.
* Cuajar una o dos veces.
* Hacerla alta (en sartén alta) o baja, con todo tipo de graduaciones.
* Para este caso concreto, seleccionar variedades de aceitunas.
Etc.
He subrayado la opción tomada en cada caso. 

Eso sí, hay obligación de emplear el aceite de oliva y freír los ingredientes con cuidado, poco a poco, para que queden bien hechos y no aparentemente fritos (duros).
Si la variedad de aceitunas elegida fuera muy fuerte, muy sabrosa, se tendrá cuidado con la sal. Se ha elegido una negra deshuesada, no aragonesa de sabor suave. Mi consejo es comprarla en tienda de variedades, a granel, y no en lata.




Libros, libros, libros....

Ha aparecido el último número de VOZ Y LETRA, lo que aprovecho para dar noticias de otros libros recientes cuya existencia merece la pena conocer, no digo leer, pues algunos son más de consulta que de lectura.